La Natividad

Ubicada en la sede canónica de la Cofradía del Santísimo Cristo del Cementerio, justo entrando a la capilla de la Purísima Concepción.


Esta pintura del siglo XVIII representa uno de los episodios más trascendentales de la tradición cristiana: el nacimiento de Cristo. Su cuidada composición y la riqueza de sus detalles convierten a esta obra en una pieza clave dentro del patrimonio artístico de la parroquia, invitando a la contemplación y la devoción.


La escena se desarrolla en un entorno celestial, donde el Niño Jesús, acostado en un pesebre, es el foco central de la composición. A su izquierda, la Virgen María, con una expresión de ternura y recogimiento, se inclina con reverencia hacia su hijo. A su derecha, San José, con gesto sereno y una mano sobre el pecho, contempla el milagro del nacimiento.


Sobre la sagrada familia, una estructura semicircular ornamentada con motivos dorados sirve de marco para una serie de querubines que sostienen una corona real, símbolo de la realeza de Cristo. En el centro del arco, el Espíritu Santo, representado en forma de paloma, ilumina la escena con su presencia divina.


En la parte superior de la pintura, los ángeles músicos y pastores, rodeados de sus rebaños, son testigos del nacimiento. La música celestial que resuena en la escena, representada por los ángeles tañendo instrumentos, refuerza la atmósfera de júbilo y adoración.


Los ángeles arrodillados en primer plano completan la composición, enmarcando a la Virgen y a San José en una actitud de reverencia y oración.


El siglo XVIII fue una época de gran esplendor para la pintura religiosa, especialmente dentro del barroco tardío y el rococó, donde las representaciones de la Natividad adquirieron una gran importancia en la iconografía cristiana.

La composición de esta obra sigue los principios del barroco teatral, con una estructura dinámica y un uso dramático de la luz y la sombra. La iluminación procede del Niño Jesús, cuya presencia es fuente de luz para toda la escena, una técnica que recuerda a los grandes maestros de la escuela tenebrista.


El rico colorido de los ángeles, los detalles de los bordados en el manto de la Virgen y el juego de volúmenes aportan profundidad a la obra, destacando el carácter festivo y majestuoso del momento representado.

Esta pintura, más allá de su valor artístico, representa un símbolo de esperanza y renovación espiritual dentro de la tradición cristiana. La Natividad es un motivo central en la liturgia y la devoción popular, recordando a los fieles el misterio de la encarnación y el amor de Dios por la humanidad.


La presencia de esta obra en la sede de la cofradía invita a la meditación y a la contemplación del nacimiento de Cristo como fuente de luz y salvación. Su belleza y profundidad espiritual hacen de ella una pieza imprescindible dentro del patrimonio de la iglesia.



Animamos a los cofrades y visitantes a detenerse ante esta pintura, descubriendo en cada detalle la alegría del nacimiento del Redentor y la presencia constante de lo divino en la vida de los creyentes.